DIETA PALEOLITICA
Esto es
un resumen muy sintético de la alimentación que adopté mediados de 2014.
Prefiero no llamarlo “dieta” en la acepción común del término, porque es un
enfoque a largo plazo, tratando de cambiar los hábitos alimenticios y no una
estrategia temporal para objetivos rápidos. La idea principal es comer sano, en
la forma que el ser humano está adaptado evolutivamente como especie (* leer
“Un poco de teoría…”).
Introducción
No
comer (o evitar lo más posible):
-
Azúcar: golosinas, gaseosas, jugos, postres
-
Granos y legumbres y sus derivados (aceite vegetal, margarina)
-
Harinas y cereales
-
Comidas procesadas (como regla general: "si viene en caja o paquete,
evitarlo")
Comer:
-
Comida fresca, cocinada por uno mismo
-
Carnes bovinas, porcinas, de aves, pescados y mariscos. No evitar la grasa
en la carne.
-
Organos animales: hígado, corazón, riñones, achuras en general.
-
Huevos (enteros)
-
Verduras y hortalizas, crudas en ensalada o cocidas según su tipo.
-
Frutas de todo tipo
-
Frutos secos y semillas
Notas:
- De
ser imposible de evitar comidas dulces, en lo posible usar miel (ver que no sea
jarabe de maíz)
- Los
lácteos pueden consumirse o no dependiendo de la tolerancia a la lactosa, que
no sean descremados, y tratar de evitar la leche (mejor yogur, kefir y quesos).
- Para
cocinar fritos, horno, saltear, etc. usar grasa o manteca, nunca aceite
vegetal.
- Para
ensaladas, usar aceite de oliva.
Un poco
de teoría:
El ser
humano moderno como especie, homo sapiens, según el consenso científico, existe
como tal hace unos 200.000 años. Desde ese entonces, no han habido adaptaciones
genéticas significativas. Pero “sólo” hace unos 10000 años que surgió la
agricultura, y los cambios sociales y alimentarios que eso supone, pasando de
ser cazadores-recolectores a agricultores sedentarios.
El
enfoque de la dieta paleolítica, es justamente que el sistema digestivo y
metabólico humano, no está adaptado para comer los alimentos listados a evitar.
Muchos de ellos producen irritación intestinal, enfermedades crónicas, etc., y
están relacionados con trastornos del sueño, ansiedad, depresión, enfermedades
cardiovasculares, diabetes, enfermedades degenerativas, asma, y algunos tipos
de cáncer. Un caso testigo, es el de los celíacos, quienes directamente no
pueden digerir el glúten, proteína presente en el trigo y otros cereales. Es el
caso extremo, otras personas lo toleran mejor, y los síntomas a veces tardan
décadas en aparecer.
No se
trata, entonces, de emular la vida de los hombres paleolíticos, si no aproximar
su forma de alimentación, evitando aquellas cosas de la dieta moderna que no
son saludables.
Cómo es posible que una sola dieta sea capaz de
resolver tantos problemas de salud al mismo tiempo? Los
trastornos y enfermedades enumerados anteriormente tienen causas raíces en
común: irritación e inflamación del intestino, y problemas de sensibilidad a la
insulina.
Por qué
esta dieta? La dieta paleolítica incluye solamente aquellos alimentos para los
que nuestros cuerpos evolucionaron para una salud óptima, y también para
optimizar la absorción y aprovechamiento de nutrientes (se busca alimentos con
alta “densidad nutricional”: desayunar tostadas y café con leche, por un lado
llena la panza con pocos nutrientes, y por otro tiene muchos antinutrientes. En
cambio, unos huevos revueltos con manteca, aportan gramo por grano, muy buena
cantidad y calidad de grasas y proteinas, que serán mejor aprovechados y
metabolizados por el cuerpo).
¿Por qué es mala el azúcar?
O
también podría decirse: “¿Por qué son
malos los carbohidratos?”. Los carbohidratos toman la forma de azúcares o
almidones (carbohidratos complejos). Pero en definitiva un almidón es
simplemente una larga cadena de moléculas de azúcar entrelazadas, de modo que
ambos terminan siendo la misma cosa una vez que llegan al flujo sanguíneo (la
única diferencia es que el cuerpo trabajará un poco más con las enzimas
digestivas para romper y descomponer los almidones).
La
mayoría de los carbohidratos son descompuestos en aproximadamente mitad glucosa
y mitad fructosa. La glucosa es utilizada directamente por las células como
fuente de combustible, mientras que la fructosa debe ser convertida primero en
glucosa o grasa por el hígado.
Antes
de continuar, dejemos en claro que los carbohidratos, y específicamente la
glucosa, son críticos para la vida. La glucosa es energía que las células
necesitan para vivir. PERO, ellas no necesitan de ninguna manera las cantidades
típicas consumidas por la dieta occidental moderna (que a menudo excede los
500g diarios) . De hecho, el alto consumo de azúcar en nuestra dieta es la
causa directa del aumento en enfermedades cardiovasculares, diabetes y obesidad
observadas en las últimas tres décadas.
El
problema con el azúcar aparece cuando una persona consume más azúcar que la
necesaria para el uso inmediato de energía, o en grandes cantidades de
fructosa. Cuando esto sucede, toda una serie de hormonas son estimuladas en
cascada, para que el azúcar excedente puede ser convertido en glucógeno o en
grasa para almacenarlo.
Primero,
la cantidad de azúcar en la sangre aumenta. Como una gran cantidad de azúcar en
sangre puede ser peligrosa para la vida y/o causar daño permanente al cerebro,
el cuerpo tiene un mecanismo para defenderse: la hormona insulina. La insulina
ayuda a transportar la glucosa a las células (y cuando la glucosa es demasiado
alta, ayuda a transportarla a las células del hígado para que sea transformada
en grasa para su almacenamiento). Cuando los niveles de azúcar en sangre son
altos en forma crónica, las células se van volviendo resistentes a la insulina,
causando más producción de la misma. Esto eventualmente, desemboca en diabetes
de tipo 2. Los niveles altos de insulina crónicos aumentan también
dramáticamente el riesgo de varios tipos de cáncer. Además de la insulina,
otras hormonas son estimuladas también, como la leptina, la hormona que regula
el hambre. Sí, comer azúcar hace que tengas más hambre.
Tu
hígado es responsable de convertir el exceso de azúcar en glucógeno o grasa
para almacernarlo. Pero además, otros productos de diverso grado de toxicidad
son producto también de esa conversión, como los triglicéridos, que están
vinculados al riesgo de enfermedades cardíacas.
Si tu
consumo de carbohidratos es relativamente bajo, la cantidad de productos
tóxicos es lo suficientemente bajo como para que el cuerpo pueda manejarlo en
forma fácil y natural (sin tomar ningún medicamento específico).
La
mayoría de las células del cuerpo son capaces de utilizar la grasa o los
cuerpos cetónicos (cuerpos cetónicos:
compuestos químicos producidos por cetogénesis en las mitocondrias de las
células del hígado. Su función es suministrar energía al corazón y al cerebro
en ciertas situaciones excepcionales, a partir de la grasa almacenada en el
cuerpo). Las únicas células que necesitan glucosa en forma absoluta son las
neuronas. A pesar que no se ha determinado un límite mínimo exacto, las
evidencias indican que una persona puede vivir con apenas 15 gramos de
carbohidratos diarios.
Esto no
significa que debas practicar una dieta baja en hidratos de carbono (aunque es
recomendable) en forma obligatoria. Si la dieta es baja o moderada en comidas
de alto índice glicémico (azúcares y almidones), los niveles de azúcar en
sangre pueden ser bien regulados incluso consumiendo hasta 300 gramos de
carbohidratos diarios. Se trata entonces, de evitar alimentos con azúcar
agregado, granos, harinas y comida procesada. Los carbohidratos entonces, deben
provenir de frutas y verduras (principalmente ensaladas).
¿Cuántos carbohidratos debería comer diariamente?
Para
una persona que no tiene exceso de peso y busca mantenerse como está, lo
recomendado es entre 75 y 100 gramos diarios. Estos carbohidratos deberían
ingerirse en forma de vegetales, mayormente de hoja verde, hortalizas y frutas
(en menor medida, por su cantidad de azúcar). Esto representa aproximadamente
una ensalada o una pieza de fruta.
Por qué los granos son malos.
1)
Lectinas
Los
granos tienen una concentración particularmente alta de dos tipos de lectinas.
Las lectinas son un tipo de proteína vegetal (por ejemplo, el gluten) que está
presente en cierto grado en toda la vida vegetal. Dos tipos de lectinas, las
prolaminas (como el gluten) y las aglutininas (como el germen de trigo) son
particularmente preocupantes para la salud humana. Estas lectinas son parte del
mecanismo de protección natural de las plantas (de las pestes y predadoers) y
están usualmente concentradas en las semillas de las plantas (por eso están tan
presentes en los granos y legumbres).
¿Qué
pasa entonces cuand comemos estas proteínas? Similarmente a como ocurre con
individuos celíacos (básicamente, una
forma hiper exagerada de sensibilidad al gluten y otras lectinas), estas
lectinas pueden tanto dañar o matar las células que conforman el revestimiento
del intestino, o directamente causar aberturas entre las células que revisten
el intestino. Esto causa pequeños agujeros, y diversas sustancias y cosas que
no debieran llegar al flujo sanguíneo son filtradas al mismo.
Estas
filtraciones son empeoradas por el hecho que las lectinas se acoplan a los
azúcares y a otras moléculas en el intestino y las “ayudan” a filtrarse al
torrente sanguíneo. Hay muchas y diversas cosas que residen habitualmente en el
intestino (por ejemplo, E. Coli), que debieran estar solamente ahí; y cuando se
filtran en la sangre, causan inflamación sistémica de bajo nivel. Esto puede
crear las condiciones de diversos problemas de salud, incluyendo enfermedades
autoinmunes y cardiovasculares.
Hay
muchos tipos de lectinas y algunas son más nocivas que otras. El gluten es por
lejos la más dañina, pero muchos granos que no contienen gluten de todos modos
contienen otras lectinas. La aglutinina de germen de trigo es la seguna más
nociva en términos de impacto a la salud.
A modo
de ejemplo de cuán severo es el daño, le toma al intestino hasta seis meses
recuperarse luego de haber sido expuesto al gluten.
Por
otro lado, si no fuera suficiente problema el daño al revestimiento del
intestino y la inflamación sistémica, además, las lectinas actúan como
antinutrientes. Esto significa que no permiten la completa absorción de muchas
vitaminas y minerales del alimento, por ejemplo, el calcio.
Por
último, los granos son alimentos altamente ácidos (a nivel renal, no del
estómago). Esto desequilibra el balance normal que existe entre comidas
alcalinas (frutas y verdudas) y normalmente ácidas (carne, huevos, pescado),
inclinando demasiado la balanza hacia el lado ácido, resultando en daño para
los riñones, hígado y páncreas.
2)
Omega 3 y omega 6
Los granos no contienen únicamente lectinas (como el gluten) que dañan
las células que revisten el intestino, sino que también tienen altas
concentraciones de ácidos grasos omega-6. Los granos (incluyendo el maiz) y
legumbres contienen ácido linoleico, el ácido graso omega-6 que parece ser la
raiz de muchas de las enfermedades modernas.
Estos ácidos omega-6 están presentes en forma concentrada en la mayoría
de los aceites vegetales que se comercializan actualmente. Estos aceites
derivados de granos y legumbres, como soja, canola, maní, girasol, maíz (y sus
posibles mezclas) no existían hasta que se inventó el proceso de extracción
mecánica.
En lo posible se sugiere eliminar las fuentes de omega 6 siempre que sea
posible, y al mismo tiempo aumentar la ingesta de fuentes de ácidos grasos
omega 3. Estas incluyen huevos de campo, pescados que no provengan de criadero
(incluso sardinas enlatadas), o bien suplementos de aceite de pescado.
Si desde lo económico no es posible aumentar el consumo de omega 3, de
todos modos sigue siendo crítico eliminar el consumo de granos para no
desbalancear aún más (disminuir la ingesta de omega 6). No hay mamíferos en la
naturaleza que incluyan los granos como parte de su dieta. El único grupo de
animales que metaboliza correctamente los granos son las aves. Y no somos aves.
¿Qué sucede con las grasas?
Antes de entrar en detalles, se debe dejar en claro algo fundamental: las grasas no son malas. Toda la locura
y el mito de las dietas “bajas en grasas” comenzó a fines de los 70’s, basada
en un estudio defectuoso. La investigación original implicaba que las grasas
saturadas eran la causa de algunas enfermedades cardiovasculares. El problema
es que el estudio se presentó con datos sesgados, omitiendo muchas franjas de
edad, y muchos países y culturas que no cuadraban con la información que se
quería presentar.
Estudios recientes han demostrado que los principales culpables del
aumento de las enfermedades cardiovasculares en la cultura occidental son los
carbohidratos (azúcares y almidones, siendo el principal la frutosa) y la dieta
hipercalórica (cuando se consume más energía de la que se gasta).
No sólo
las grasas ingeridas en la dieta diaria no son malas para los humanos, sino que
son críticas para su salud. Se necesita ingerir grasas para poder absorber y
metabolizar las vitaminas liposolubles (que se disuelven en grasa) como son las
vitaminas A, D, E y K. La grasa es escecial para la generación de células, las
funciones nerviosas, la digestión y la formación de las hormonas que regulan
todo en el organismo, desde el metabolismo hasta la circulación.
Las
membranas de cada célula del cuerpo están compuestas por moléculas de grasa. El
cerebro humano está compuesto por más de un 60% de grasa y colesterol (de
hecho, ya que está mencionemos el hecho que el colesterol dietario, es decir
aquél que se ingiere en la comida, tampoco
es malo para la salud).
Grasas saludables: las
grasas saturadas y las mono-insaturadas. La manteca, el cebo y la grasa que
acompaña la carne (de cualquier animal), huevos, aceite de palma y de coco. Los
aceites prensados en frío de vegetales como el aceite de oliva, de palta o de
nuez de macadamia.
Y cuánta grasa hay que comer? Aproximadamente, entre un 30% y un 50% de las calorías diarias de la
dieta, deberían provenir de las grasas.
Las
grasas saturadas deberían ser las únicas utilizadas para cocinar. Esto es
porque los aceites vegetales de granos al ser calentados a altas temperaturas
se oxidan y producen AGE’s (por sus siglas en inglés, productos finales de
glicación avanzada). Esto significa que se vuelven rancios mucho más
fácilmente, y que causan daño oxidante en las células del cuerpo. Estos
compuestos se forman en el cuerpo al combinarse moléculas de azúcar (usualmente
fructosa) a las grasas o proteínas. Las moléculas resultantes causan oxidación
y envejecimiento temprano de las células.
Ingesta de calcio
Una de
las principales áreas de preocupación de la gente (especialmente las mujeres,
que tienen mayores riesgos de desarrollar osteoporosis) al cambiarse a la dieta
paleo, es la cantidad de calcio diaria ingerida.
“¿Si no
consumo lácteos, cómo estoy seguro de estar obteniendo suficiente calcio?”.
Luego del mito de las grasas saturadas, este es una de las principales falacias
que pregona la nutrición occidental moderna: la necesidad de consumir productos
lácteos para proteger nuestros huesos. Esto es definitivamente falso, por las
siguientes razones: primero, porque es difícilmente los lácteos pueden ser
considerados la única fuente de calcio disponible. Segundo, porque el calcio
disponible en otros alimentos es mucho más absorbible, y tercero, porque la
salud de los huesos no está determinada únicamente por el calcio.
Comida
|
Calcio / porción
|
Leche
|
300
mg / vaso
|
Repollo
|
420
mg / vaso
|
Repollo
crespo o rizado
|
410
mg / vaso
|
Repollo
chino
|
380
mg / vaso
|
Higos
|
135
mg / 5 higos
|
Hojas
de nabo
|
210
mg / vaso
|
Espinaca
|
198
mg / vaso
|
Almendras
|
372
mg / vaso
|
Semillas
de sésamo
|
51 mg / cucharada
|
Sardinas
|
213
mg / 560 g
|
Salmon
|
241
mg / 1120 g
|
Naranja
(y otros cítricos)
|
104
mg / naranja
|
Hongos
|
18 mg / 560 g
|
No sólo
las frutas, vegetales y frutos secos, semillas y frutos de mar contienen
cantidades sustanciales de calcio, sino que hay evidencias que se absorbe más
calcio de vegetales crucíferos (como el repollo crespo) que de los lácteos.
La mejor
forma de cuidar a los huesos, además de las indicaciones dietarias mencionadas,
es el ejercicio físico, que brinda mayor densidad y elasticidad a los mismos.
RESUMEN (de este resumen)
Azúcar: (azúcar
refinado, dulces, golosinas, gaseosas, harinas) dispara la insulina,
resistencia a la insulina, diabetes tipo II, aumenta el hambre, hígado graso,
aumenta triglicéridos (enfermedades cardíacas), provoca adicción (al azúcar).
Granos: (harinas,
cereales, legumbres, aceites de girasol, soja, maíz, etc. –todos menos de
oliva-) contienen lectinas (prolaminas y aglutininas). Dañan el revestimiento
del intestino, volviéndolo permeable y causando inflamación, enfermedades autoinmunes, alergias, problemas
cardiovasculares. También son antinutrientes: impiden la absorción normal de los
nutrientes (vitaminas, minerales, etc.). Aumentan el omega 6: causa de
enfermedades degenerativas.
Grasas: las grasas saturadas
(manteca, cebo, grasa de la carne, huevos) y mono-insaturadas (aceite de oliva,
palta) son buenas y necesarias para un montón de funciones y procesos del
cuerpo, absorción de nutrientes, regulación de hormonas, sistema nervioso, etc.
Son estables a altas temperaturas y no se degradan al usarlas en cocción.
Calcio: No es necesario
consumirlo de los lácteos, es mucho mejor hacerlo de verduras de hojas verdes
(repollo, espinaca, brócoli, acelga, etc.) y pescados.
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